Nos adentramos en la historia de los Crane, una familia que se vio marcada por una situación desastrosa: tras mudarse a una casa que no les trajo sino problemas y dolor, la madre fallece, llevándose consigo prácticamente la niñez de sus hijos, y provocando un cambio del que jamás se recuperarían. Pero la cosa no queda ahí. Inspira, de alguna manera, el camino que van a tomar algunos de ellos, siendo el más representativo la impresión que provoca en su hija la situación, que acabaría por dedicarse a preparar y embalsamar cadáveres y llevar su propia funeraria.
Los demás hijos han tomado caminos diferentes. Stephen, el mayor, es un escritor de éxito sobre temas de terror. El único problema es que para tener éxito, se ha basado en los acontecimientos que han marcado a la familia para siempre: la supuesta maldición de la casa donde habitaban. Es, junto con Luke (el más joven), el personaje en discordia. Las otras dos hermanas han seguido caminos más “normales” y parecen casi haber olvidado la situación… cosa que en realidad no es posible. Y finalmente, todo vuelve.
Ya metidos en la trama, la primera escena de la serie nos introduce lo que vamos a observar: un horror basado en situaciones de tensión, oscuridad y con un aire Expediente Warren en ocasiones que sería capaz de provocar pesadillas a la mayor parte de la audiencia. Con una violenta huida de la casa maldita, Stephen, en brazos de su padre, vislumbra la aterradora imagen de su madre, ya fallecida, persiguiéndolos por la casa a oscuras. Ahora, Luke sufre adicción a las drogas, Stephen es repudiado por todos por escribir lo ocurrido… y la hermana más joven ha fallecido. Al parecer se ha suicidado en la mansión, y esto ha ocurrido por algo. Y es que el pasado siempre vuelve
El estilo de terror de La Maldición de Hill House se separa en gran medida de los jump-scares, es decir, el susto fácil, pero no significa que se niegue a colarnos algún que otro sobresalto, siempre marcado por la intensidad. Y es que ante todo, conviene comprender que estamos viendo un auténtico drama, en el que el dolor lo provocan recuerdos familiares, que van acompañados de la atemporal sensación de miedo que todos hemos sentido de niños. De hecho, tal y como está tratado, pareciese que se trata en cierto modo del reflejo de recuerdos deformados; el espectador llega a plantearse si todo el horror no es un reflejo mental de cómo los pequeños se han visto marcados por la tragedia
Pero el miedo está ahí, presente, con potencia, terrible y con una dosis más que reconocida de agobio, ese que sólo puede provocar la claustrofobia, el del “susto” que va a llegar tarde o temprano y que nos hará sufrir más que si estuviésemos rodeados de no-muertos. Los escenarios tétricos, capitaneados por la funeraria y en especial con la casa “encantada” como protagonista nos muestran escenas propias de la literatura de hace un par de siglos, con la madre vestida con una con despampanantes vestidos que la alejan del aspecto de la mortandad, pero que tienen como fondo entornos abandonados, oscuros, y la perenne actitud de llamar “desde el otro lado” a sus hijos.
A esto sumamos situaciones extremas como desagradables momentos en los que la propia vida se ocupa de provocar “repelús”, desde escenas con animales enfermos hasta el tratamiento contra la adicción de Luke. La Maldición de Hill House sabe atacar donde duele. Al drama, a la familia y al terror de cuando somos niños. Y es que si de mayores nos consideramos unos valientes, tal vez de niños eso costaba más. Os toca disfrutar de sus 10 episodios de alrededor de 50 minutos de duración, listos para sufrir horror tras cada esquina, mientras el pasado persigue a los protagonistas en forma de recuerdos - a veces - y en otras ocasiones con una presencia constante de algo tenebroso, oculto y que se manifiesta en cada situación que los recuerda a un pasado sórdido y poco infantil…



